El escritorio es una de las cosas más cómodas que tienen los sistemas operativos de sobremesa. Tener los accesos directos a programas, carpetas, archivos o automatizaciones permite ahorrarnos mucho tiempo navegando por menús con el ratón para ir a buscar algo en concreto.
Intenta que el tamaño del escritorio sea muy bajo
El problema es que muchas veces se despreocupa el orden en el escritorio, y acaba convirtiéndose en un barullo de fotografías, canciones, vídeos, carpetas, etc. Aunque los accesos directos sean archivos de apenas 1 KB de tamaño, tener muchos de ellos sí que genera ralentizaciones en el ordenador, sobre todo a la hora de utilizar el escritorio.
También el hecho de que tengas muchos iconos en el escritorio puede ser síntoma de otras cosas. Por ejemplo, si muchos de esos iconos pertenecen a programas, es conveniente que analices a ver cuántos programas tienes instalados, y si realmente los usas, así como si éstos se cargan al inicio del ordenador, pues podría ralentizar su inicio.
En estos casos, la lentitud también viene por los tiempos de carga requeridos para arrancar todos los programas que el ordenador tiene asignado ejecutar al inicio, y los cuales puedes cambiar accediendo a msconfig – Servicios, y desactivando servicios de programas que no utilices, o siguiendo la siguiente guía para quitar programas del inicio.
En el caso de que tengas muchos documentos o imágenes, lo conveniente es que los guardes todos en una carpeta en tu unidad de almacenamiento fuera del escritorio, y crees el conveniente acceso directo en el escritorio. Crear carpetas y accesos directos no cuesta nada, y te ayudará a ser más eficiente a la hora de utilizar el ordenador.
En definitiva, lo mejor es siempre contar con el menor número de iconos posible. En mi caso, los problemas empezaron a ocurrir cuando superé los 160 iconos (normalmente tengo 60), empeorando aún más el rendimiento cuando alcancé los 400 iconos. Lo mejor es tener pocos iconos en el escritorio, así como solamente accesos directos que ocupen poco, con un escritorio que no supere unos pocos cientos de KB de tamaño, y nunca almacenar archivos de gran capacidad en él, pues las ralentizaciones serán peores.